José de Jesús Vázquez Hernández

Ayer lo pensaba y hoy lo comento que al menos cada año tenemos la oportunidad de conmemorar el grito de independencia que más nos identifica a los mexicanos residentes en los diferentes lugares de nuestra patria o del extranjero, ya sea participando personalmente o presenciándolo a través de algún medio televisivo.

Desde luego que, no es lo mismo “poner el grito en el cielo” que conmemorar el grito de independencia, porque en el primer caso, de acuerdo con el diccionario significa, protestar por algo con indignación, y en este contexto todo el año tenemos motivos para poner el grito en el cielo, ya por la desaparición de los 43 jóvenes, aumento a la gasolina, o la devaluación del peso, etcétera.

En cambio, el grito de la independencia tiene un significado diferente, nos remonta al tiempo en que fuimos esclavos y dependientes de un gobierno extranjero, pero que un día, después de tres siglos de aguantar como súbditos, de solamente pagar impuestos, sin tener alguna oportunidad para acceder a los mejores trabajos, un día gritamos y nos rebelamos.

El grito que recordamos, es al grito que hace 206 años dio el padre Miguel Hidalgo y Costilla, un sacerdote ilustrado que tenía gran ascendencia entre sus feligreses y sobre todo con el grupo de personas que planeaban el levantamiento en contra del gobierno de la colonia y que consideraron que él era el indicado para liderar el movimiento independentista.

Ese grito dado en la madrugada del 16 de septiembre en el atrio de la parroquia de Dolores Hidalgo, donde estaba asignado este sacerdote, fue el inicio de miles de historias en las que intervinieron personas que pelearon con las armas de fuego y otros con las armas de las ideas hasta 1821, en que Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, llegaron a un acuerdo.

Según Emmanuel Carballo (Guadalajara, Julio 1929; México, abril 2014), “Uno de los escasos actos políticos con que se identifican los mexicanos de todas las etapas de nuestra historia y de todos los credos e ideologías, es el Grito de Dolores, dado por el cura Hidalgo”, el cual se viene conmemorando desde 1812, cuando se celebró por primera vez en la ciudad de Huichapan, Hidalgo.

Antes de poner el grito en el cielo, al estilo protestas magisteriales, sigamos celebrando nuestra libertad con responsabilidad, y continuemos combatiendo para dejarles a nuestros hijos una mejor patria, en la que se desarrollen de acuerdo a sus capacidades y pretensiones, con independencia y autonomía, para que el grito continúe siendo motivo de unión de todos los mexicanos.

¡Viva México!

jjesusvah@hotmail.com

Septiembre 17/2016