José de Jesús Vázquez Hernández

Cada doce de octubre en Guadalajara tiene lugar un acontecimiento muy significativo para Guadalajara y los pobladores de la zona metropolitana y del estado de Jalisco se unen este día para llevar de regreso la imagen de la Virgen de la Expectación, conocida como la Virgen de Zapopan, a su residencia en la Basílica Franciscana ubicada en la ciudad de Zapopan.

Podemos rescatar de este suceso anual, en primer lugar los miles de peregrinos que logra reunir una pequeña imagen de 34 centímetros de altura hecha de pasta de caña de maíz hace ya muchos años, traída a este lugar por Fray Antonio de Segovia en 1541, pequeña en lo físico, pero con gran influencia en el corazón de quienes la veneran.

En esta ocasión se calcula que asistió a esta tradicional “llevada de la Virgen” entre un millón ochocientos y dos millones de fieles de todas partes de México y del extranjero que acuden sin que nadie los lleve a fuerzas o acarreados como en algunos eventos políticos, más bien por un interés personal de agradecer o bien pedir un favor especial a esta taumaturga imagen.

Durante su nuevo recorrido por Vallarta y Américas, pues la ruta tradicional de Alcalde y Ávila Camacho se mantiene en construcción la línea tres del tren ligero, saliendo de la catedral metropolitana de Guadalajara hasta su llegada a Zapopan, tiene una duración aproximada de seis a siete horas incluida la celebración de la misa celebrada a su llegada.

Su regreso se da después de visitar unos trescientos templos de Guadalajara y la zona metropolitana, incluso visita algunas parroquias foráneas, donde es recibida con gran algarabía y fiesta que le tributan los feligreses de la comunidad, donde no falta la quema de juegos pirotécnicos y repiques de campanas que anuncian con fervor su presencia.

En su acompañamiento de regreso se observa una variedad de peregrinos representando a instituciones tanto religiosas como profanas que marchan delante y tras de ella vestidos con diferentes y coloridos atuendos que le dan un toque folclórico a la ceremonia, mientras unos danzan, otros cantan y rezan o jalan un calabrote que abre paso a la carroza que traslada la imagen.

Esta imagen tiene un rostro dulce y ovalado, está de pie sobre una tosca media luna; sus manos son de madera y están juntas ante el pecho; tiene los ojos pintados, sus labios un poco gruesos y cerrados es considerada una de las primeras imágenes que se veneró en tierras jaliscienses, la cual cada año es vestida con lujosos atuendos.

Es posible que la solicitud planteada formalmente a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura UNESCO, para que esta tradicional romería sea elevada al rango de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por su antigüedad y gran significado, vendría a acumular a su extenso palmaré un nuevo reconocimiento.

Cabe resaltar por último la fe y devoción que inspira a su paso a los miles de fieles que la proclaman y no faltan las lágrimas de algunos de ellos, así como el orden con que se trasladan y que a pesar de la gran cantidad de personas no haya hechos que lamentar, incluso en esta ocasión un grupo de voluntarios recogía la basura por el camino.

Octubre 14/2017   (foto cortesía de UAG)

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