José de Jesús Vázquez Hernández

En estos días que el Papa Francisco ha visitado los países de Chile y Perú, hemos observado a través de los medios a un personaje emblemático, discreto y muy afectuoso con las personas, sobre todo con los niños, con las comunidades que forman parte de las étnias quienes han sido invitadas incluso a participar en diferentes actos, sin olvidar a las encarceladas.

En su visita pastoral ha promulgado el mensaje de la misericordia, del amor, de la justicia, de la esperanza y de la unidad, que mucha falta hacen estos valores en este tiempo en que nos invade el materialismo, el liberalismo, el consumismo y los problemas ocasionados con la corrupción y la impunidad, aunado ello al daño que algunos clérigos pederastas le han causado a la Iglesia universal.

Una vez que tomó posesión ha tenido que luchar contra todo aquello que considera un obstáculo para conservar y atraer a otras ovejas hacia su redil, las finanzas del vaticano han dado mucho de qué hablar, pues la corrupción había llegado a esas instancias y era no digo necesario, sino urgente enmendar ese departamento tan controvertido.

Desde luego que esto le atrajo una serie de ataques y críticas de los involucrados en esas ilícitas actividades, además de su actuar sencillo y diferente forma de ver la actuación de la Iglesia y de su clerecía, que como una gran institución tan numerosa e importante tiene su rostro entre manchado con claro obscuros, si bien abunda lo bueno y lo positivo que no se cuenta y lo malo se engrandece.

Las diferencias entre los grupos conservadores y los calificados como de avanzada en la jerarquía eclesiástica, acarrea encuentros y desencuentros cuando se tratan temas tan controversiales como el aborto, los separados y vueltos a casar, la comunidad gay, los curas pederastas y el grupo de sacerdotes secularizados que solicitan que haya curas casados ejerciendo.

A pesar de los ataques en su contra el Papa Francisco se ha mantenido firme en su objetivo de influir con su modo de actuar sencillo al estilo franciscano, sin lujos y sin tanta parsimonia, de tal manera que pudiendo ser servido y atendido él sirve e invita a su mesa a los más pobres, camina cargando su propio portafolio y se transporta en un humilde vehículo, contradiciendo la costumbre papal.

En su difícil peregrinar se da el tiempo de publicar textos tan significativos y actuales como el “Laudato si” (2015), Alabado seas, referente al cuidado de la casa común y “Amoris Laetitia” (2016), La alegría del amor, un documento que intenta abrir nuevos caminos para los divorciados vueltos a casar, entre otros escritos en los que da a conocer su talento pastoral.

En este viaje hemos observado que su carisma atrae a grandes multitudes que sacrifican gran parte de su tiempo y hasta colaboran como voluntarios tan solo para verlo pasar al menos un momento y de ser posible captar su imagen en el celular y otros más acuden a sus multitudinarias celebraciones litúrgicas para escuchar sus mensajes pastorales.

Sus problemas seguirán seguramente, pues presidir la Iglesia universal como la piedra angular de la unidad, a veces pecadora e incongruente tiene sus saetas, atraer a sus ovejas descarriadas y oler a oveja, conforma grietas que a veces se vuelven llagas que hay que sanar con la misericordia de Jesucristo para continuar llevando la palabra de la buena noticia del reino de Dios en la tierra a la gente de buena voluntad.

(foto cortesia del New York Time)

Enero 19/2018

jjesusvah@hotmail.com