José de Jesús Vázquez Hernández
En estos tiempos en que celebramos el día de todos los santos y de los fieles difuntos, nos encontramos más involucrados entre la vida y la muerte, dado que por una parte se promueve la vida con argumentos y marchas de protesta como las ocurridas el 20 de octubre en diferentes ciudades del país y por otra se amplían las prácticas de la cultura de la muerte.
A través de la historia las generaciones y los diferentes pueblos y culturas han interpretado y celebrado de varias formas el binomio de la vida y la muerte, tanto los egipcios como mexicanos veían la vida y la muerte como una dualidad opuesta en virtud de que sin vida no hay muerte y no es posible evitarla y la muerte requiere de la vida y este proceso ha sido tema de constante investigación.
Los pueblos al estudiar la muerte, y tratar de encontrarle alguna explicación a este suceso inevitable, a donde se va después de la muerte, han tratado de explicarla de diferentes formas, pues han estado conscientes de que existe una vida más allá de la muerte, el problema es saber cómo será esa estancia y su paso por el inframundo hasta llegar al destino final.
Ya el poeta y gobernante Nezahualcóyotl, se preguntaba al respecto cuando escribió el siguiente texto: “¿A dónde iremos? ¿Dónde la muerte no existe? Mas, ¿Por esto viviré llorando? Que tu corazón se enderece: Aquí nadie vivirá por siempre. Aun los príncipes a morir vinieron, Los bultos funerarios se queman. Que tu corazón se enderece: Aquí nadie vivirá para siempre”.
La doctrina cristiana explica que la muerte nos vino por el pecado de Adán (Gen 2,17) y la vida por la resurrección de Jesucristo, quien con su muerte nos dio vida eterna con su resurrección, un suceso diferente al milagro de la resurrección de Lázaro, quien con el tiempo volvió a morir, contrario a Jesucristo que resucitó para siempre como salvador del mundo 1ª Juan 4,14)
Es por eso que el hombre compuesto de cuerpo y alma, diferente a las creaturas animadas que mueren y ya, los humanos con la muerte daremos un paso a la vida futura, y la materia física que viene a ser nuestro cuerpo se deteriora para darle paso a la vida del alma, un misterio que es celebrado por el pueblo con altares de muertos en el que se recuerda a los seres queridos.
Se dice que los mexicanos nos reímos de la muerte y hacemos chistes sobre ella, sin duda que así es, pero a pesar de las dificultades que implica tener vida, deseamos que sea duradera que no termine, y de allí que la ciencia trate de investigar y experimentar cómo conservarla y hacerla más duradera, quisiéramos pasar muchos años en este mundo a pesar de los conflictos que conlleva.
Parece que nos estamos acostumbrando a la muerte, la vemos con mayor frecuencia diariamente, las estadísticas nos dicen que los homicidios y fallecimientos en general aumentan en mayor porcentaje que en años pasaderos, si bien, aunque está más cercana no deseamos que se nos arrime mucho, que nos dé más tiempo para reírnos de ella y seguir haciendo chistes a su costo.
Mientras tanto, luchemos por no provocar a la muerte con todas esas prácticas que la originan, a veces temprano a menor edad, en ocasiones más tardía, a mayor edad, sin embargo llegará a pesar de todo, como un acontecimiento que abre la puerta a la otra vida, situación digna para reflexionar y estar lo mejor preparado para que nos agarre menos descuidados.
Noviembre 3/2018