José de Jesús Vázquez Hernández
Si hacemos un examen de conciencia de lo que acontece en nuestro país en la actualidad, podemos dividir en dos partes los hechos y hacer una analogía con los pecados de acción y omisión, vista esta como “el bien que podemos hacer y no hacemos”, y por otra parte las acciones que tenemos responsabilidad de hacer y no las hacemos o las realizamos mal.
Por otro lado, algunos ciudadanos dejan de cumplir con sus obligaciones y hacen lo que la ley prohíbe, como ha estado sucediendo con un sector de docentes que dicen defender sus derechos a costa de lesionar los derechos de grandes mayorías, afectando a los niños que no reciben clases y a la comunidad, impidiendo el paso normal de los ciudadanos y de insumos.
En este ajetreo reflejado ya en grandes pérdidas para la economía, no solamente de los lugares donde se llevan a cabo los bloqueos, sino en otras entidades por la ausencia de turistas que dejan de comprar sus productos o bien no dejándolos llegar a su destino oportunamente, situación que cada vez se recrudece más por la ausencia de autoridad que haga cumplir la ley.
Si bien el artículo noveno de la Constitución establece que “no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito… no se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto, a una autoridad” todo ello “si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencias o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”.
Está claro su contenido, por una parte existen derechos de libre paso y de asociarse y reunirse pacíficamente, pero con el debido respeto, sin expresar injurias, no hacer uso de violencia o amenazas, cosa que de acuerdo con lo difundido por los medios ha habido de todo, incluso muertes, sin embargo, las protestas y los bloqueos a vías de comunicación continúan.
Acciones que generan violencia como bien la describe el papa Francisco: «En medio de la guerra de a partes que nos está amenazando, visité Auschwitz en silencio, y sentí la presencia de todas las almas que pasaron por allá… el mundo está en guerra y enfermo de crueldad… una crueldad no concentrada en un lugar sino en el mundo. Un mundo enfermo de crueldad, de odio, de guerras, de tristeza”
Derechos y deberes que deben reconciliarse pronto, porque de seguir así, el clamor social de “fuente ovejuna” (el pueblo que lucha contra la injusticia), como los empresarios organizados pueden tomar medidas, todo ello aunado con el alza de los combustibles y el azúcar, entre otros, abundan a redondear el disgusto de la población empobrecida y mientras tanto, se puede concluir que las autoridades están pecando tanto por acción como omisión.
Agosto 5/2016