José de Jesús Vázquez Hernández

Después de los efectos nefastos de los sismos que afectaron varias ciudades del país, se asoman tiempos difíciles de reconstrucción de reparación de daños físicos y morales, los más graves cuando se pierde la vida de un ser querido, se requiere entereza, recursos económicos y sociales y aquí es donde entra el estado y las instituciones sociales encargadas de brindar a tiempo el apoyo requerido.

A propósito de apoyar la reparación de las heridas, se habla de una generosa cantidad aportada por quienes colaboraron con una buena parte de su dinero para beneficio de los damnificados, además se hicieron propuestas como la de recortar los gastos públicos que se les asignan a los partidos, igual suprimir la designación de diputados plurinominales, entre otras.

A la fecha poco se ha sabido qué resultado hayan tenido estas aportaciones, sin embargo, ya se habla de la aprobación de un cuantioso préstamo solicitado por el gobierno federal que vendrá a incrementar la ya pesada deuda pública y que sin duda tendremos que pagar todos los mexicanos, pero lo lamentable es lo poco que se avanza en aprobar las propuestas que disminuyan el gasto y abonen al bien común.

Ya se avecinan las campañas políticas y si no se logra adelantarse a los tiempos, poco se hará después, toda vez que el último año de gobierno de una administración suele considerarse como el año de Hidalgo… y de igual manera se trasladan los pendientes a los sucesores, quienes prometen en su campaña rectificar lo que se hizo mal y reformar leyes a su modo.

Por lo pronto toca a los ciudadanos estar más al pendiente de lo que acontece a nuestro alrededor, pues el tejido social no está para bollos, hay varias cosas que amenazan nuestra estabilidad, por una parte la inseguridad, el aumento en el consumo de anfetaminas y drogas entre los y las jóvenes del Estado, situación que merece un análisis acucioso de su origen.

Se habla de carencia de valores y poco aportamos como familia para recuperarlos, se haba de derechos y poco de obligaciones, salvo el pago de impuestos y multas que no dejan para donde hacerse, hay desenfrenos que ofenden la libertad y la conciencia democrática de un gran número de votantes, quienes por su raquítica situación económica aceptan una dádiva a cambio de su voto.

En esta situación en la que nos encontramos, se requiere de la unidad de todos los mexicanos, de la solidaridad, de crear una conciencia participativa en todas las actividades cotidianas, anunciando y denunciando lo negativo con fines positivos y desinteresados, pues con los valores del respeto, la honestidad y la generosidad se logra más que con codicia y egoísmo acendrado.

En este proceso en que nos encontramos, es esencial la convivencia armónica de la sociedad en su conjunto, si bien, falta que los partidos como entidades de interés público aporten más al progreso, al bienestar de la sociedad, que en lugar de dividir y denostar, que armonicen y tiendan puentes para unificar y hacer acuerdos que beneficien a las mayorías, sobre todo ahora que peligra el TLC.

Los tiempos que vienen no parecen ser halagüeños, pero pueden ser más nefastos si se sigue dañando el tejido social a través del bombardeo de mensajes a modo de los candidatos y no se promueve la educación, pues de lo contrario seguiremos siendo carne de cañón si no tomamos en cuenta que “el peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto”.

Octubre 21/2017

jjesusvah@hotmail.com

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