José de Jesús Vázquez Hernández

En los últimos días México avanza con una nueva visión, la del gobierno saliente y el entrante, la visión del saliente no ha sido del todo la más amable y saludable, está por terminar en medio de dudas y deudas que heredarán al nuevo gobierno, además de un clima de violencia y corrupción que afecta a la sociedad y a las fuentes de producción, aunados los asaltos identificados como conejeros.

A esta problemática el nuevo gobierno encabezado por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha prometido terminar con esta clase de azotes que afectan la vida de las familias mexicanos, en la que se incluye disminuir el exceso de gastos que lapidan los partidos políticos, la cámara de Diputados y la de Senadores que se despachan con la cuchara grande.

Desde luego que el hecho de conocer el problema que tiene a gran parte de los mexicanos empobrecidos y encarajados es ya un avance, es algo análogo lo que suele pasar cuando se quiere curar de una adicción, mientras el afectado no la reconozca, difícilmente habrá curación, se necesita que el enfermo reconozca su padecimiento, igual acontece con México.

Por lo tanto, con los antecedentes identificados y la voluntad del nuevo gobierno de enmendar el camino lleno de obstáculos, se vislumbra una luz de esperanza, si bien, no es cosa de una sola persona, se requiere voluntad, esfuerzo, honestidad y mucho valor para llevar a cabo enmiendas a situaciones malsanas tan arraigadas en la sociedad y la mayoría de los diferentes órganos de gobierno.

Para todo se requiere contar con los recursos necesarios, además de la intención, es necesario el cumplimiento o adaptación de leyes a modo, así como los fondos financieros, caso contrario suele suceder lo que decía mi abuelo, mira hijo, las ideas de gente pobre son como plumas que se las lleva el viendo, si comienzas algo y no lo terminas, se pierde el tiempo y el dinero.

Ante la deuda interna y externa del gobierno y de las instituciones, que tendrá que afrontar el nuevo gobierno, según dicen los que saben, se requiere destinarle una suma muy elevada del producto interno bruto para el cumplimiento del pago correspondiente, urge reducir presupuestos a dependencias que gastan mucho y poco aportan.

A lo anterior se agrega la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Canadá y México, en el que existen infinidad de intereses entre ambos países, sin embargo, hemos observado en los últimos días una relación más estrecha entre el presidente de Estados Unidos Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, que al parecer dan visos de acelerar las negociaciones.

No obstante, conociendo la táctica utilizada por Donald Trump desde la campaña y ya como presidente, no fue la más diplomática de dirigirse a nuestro país, y ahora ha cambiado su forma y a veces ha exaltado las bondades de México y del presidente electo, tal vez algo quiere, pero hay que tener malicia para no caer en su juego y al final nos divida de Canadá y quiera negociar por separado.

Ante las alabanzas de tan buen caballero, que ni la pasión, el interés, ni el miedo, ni el rencor, ni la afición, como dice don Quijote, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo porvenir, ante todo prudencia y mano firme. jjesusvah@hotmail.com

Julio 28/2018

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