José de Jesús Vázquez Hernández

Las elecciones del 1 de julio del presente año fueron previsivas, lo que se veía que iba a pasar pasó, y la mayoría de las encuestas acertaron, el triunfo de un candidato se avizoraba y así fue, si bien, no solamente triunfó sobre sus rivales de otros partidos, sino que arrasó como lo hace un tsunami y paralelamente su influencia benefició a una gran cantidad de candidatos de Morena.

El presidente electo Andrés Manuel López Obrador, con varias campañas de experiencia se impuso con una gran diferencia de votos, lo que le da mayor legitimidad a su gobierno, a pesar de su ideología y avanzada edad en relación a los anteriores presidentes, pues será el presidente de México con mayor edad que sus predecesores que se sentará en la silla presidencial.

Desde su campaña se notaba su intervención en asuntos gubernamentales, pero resalta más a partir de su triunfo y recepción de constancia de presidente electo, entregada por el Tribunal Electoral, su mano ha estado presente en los diferentes sucesos de los últimos días, ya sea personal o bien a través de los personajes y coordinadores que lo acompañarán en su administración.

Hacía varios años que no se veía un caso semejante, aunque con Vicente Fox pasó algo parecido, pero en esta ocasión el presidente Enrique Peña Nieto le ha puesto las cosas en bandeja al presidente electo, le ha facilitado su injerencia en asuntos trascendentales, como el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el aeropuerto en construcción y sobre todo en las llamadas Reformas.

En algunas cosas han coincidido, pero en otras difieren como en la cancelación de la Reforma Educativa que Andrés Manuel dice va cancelar, como también el aeropuerto, si bien, ha dicho que se hará una consulta, lo que hace parecer una decisión muy democrática, sin embargo, las mayorías no siempre tienen la razón y con frecuencia se equivocan.

Estos acontecimientos se han hecho más notables en esta etapa de transición que establece la norma constitucional, pues de acuerdo con el artículo 83, “El presidente entrará a ejercer su encargo el 1 de octubre y durará en él seis años…”; o sea que el tiempo en que transcurren las elecciones a la fecha en que tomará posesión, existe un espacio de tiempo en blanco.

Período en que los analistas consideran se debe reformar y acotar el espacio para que ambas administraciones lleven a cabo la transición de poder y no se inmiscuyan más allá de sus facultades, porque cuando unos van de salida hay quien deja de realizar sus actividades con la responsabilidad que debería, y los que entran, se les hace tarde esperar para asumir su cargo oficialmente.

Lo que hemos observado en México es algo inusual, pero a la vez gratificante, las cosas han sido facilitadas por el presidente en turno de tal manera que da la impresión de estar comprando protección, de no dar motivo para que haya en su contra alguna represalia jurídica, dado que en su administración hubo sucesos que aún se mantienen en duda y no han sido aclarados debidamente.

Esperemos que en el término que falta para definir la transición de poderes tanto a nivel nacional, estatal y municipal, las cosas se mantengan en paz, y cada autoridad asuma sus facultades con la presteza que requiere la situación que vive el pueblo de México para bien de la economía de todos los mexicanos y cultivo de las buenas relaciones entre los pueblos y su gente.

jjesusvah@hotmail.com

Agosto 25/2018

 

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